En San Pedro no hay milagros

  SPPor Carmenza Gallan - Cooesdua / Foto de Melisa Chavarría

 

San Pedro de los Milagros se ubica al norte de Antioquia, allí se puede observar a escala local el impacto que el modelo económico de la ganadería intensiva generó en el medio natural y social, y ahora los pobladores son testigos de la entrada de San Terra, una empresa que opera a gran escala en el sector agroindustrial y que provoca preocupación por las repercusiones que pueda tener en el territorio.

Según cifras del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) de Colombia, se calcula que el 53 % del territorio colombiano está cubierto de bosques, en donde vive buena parte de las 55.000 especies animales y vegetales que tiene el país. Pero respecto a 2016, la deforestación aumentó un 23% (destruyendo 178.597 hectáreas de bosque), que, en términos proporcionales, es como si se talaran 850 canchas de fútbol cada día. La expansión de la frontera agrícola y ganadera es una de las causas de este problema.

En Colombia, la ganadería utiliza hasta el doble del área que es adecuada para pastos mientras que de las áreas aptas para agricultura solo el 30% son utilizadas con este fin. Sin embargo, la explotación inadecuada por parte del sector agroindustrial y terrateniente ha provocado una afectación del paisaje, a tal punto que gran parte del Plan Nacional de Restauración (PNR), cuyo objetivo es recuperar los ecosistemas degradados, se encuentra dentro de la frontera agrícola.

Aunque Antioquia no hace parte de los departamentos con mayor porcentaje de área dentro de la frontera agrícola, el 95% de sus bosques tiene algún grado de deforestación, incluyendo 40 de las 63 áreas protegidas creadas para conservar la biodiversidad, y solo el 5% de los bosques se conserva intacto. Esto lo posiciona como el mayor productor de carne y leche del país, práctica económica que le ha costado al territorio una tasa de deforestación más alta que la del promedio nacional.

San Pedro de los Milagros es un pueblo frío que se ubica en el Norte de Antioquia, a 44 kilómetros de la ciudad de Medellín, con un solo corregimiento llamado Ovejas. Un poblador de dicho corregimiento, de más de ochenta años y con una numerosa familia (trece hijos) que “levantó” gracias al fruto de su trabajo agrícola, relata cómo históricamente la ganadería provocó, a nivel local, un cambio tanto en el paisaje natural como en las costumbres familiares. Recuerda cómo de joven sembraba un terreno de papa, solo o “en compaña”, y que otras personas hacían lo mismo con la mora, el maíz, la alverja entre otros, sin necesidad del uso intensivo de agroquímicos y respetando los ciclos de siembra, para enviar a la antigua plaza de mercado de Guayaquil en Medellín.

Evoca que en ninguna casa faltaba la huerta con variedad de alimentos para el consumo e intercambio con otras familias, y había “más bien pocas vacas”. Pero la avanzada de la economía ganadera implicó el desmonte de partes de bosque y la reducción o renuncia a las huertas de pancoger, pues había que abrir espacio para el pasto destinado a las vacas que iban creciendo en número, y paradójicamente hoy lo común es que muchas familias compren en el supermercado los alimentos que surte una jaula que llega de Medellín, alimentos que se podrían producir en la huerta como hace unas décadas.

A la disminución de algunas partes de bosque se sumó el deterioro y contaminación de fuentes acuíferas ubicadas en las partes bajas, donde se observan extensos potreros.

Hoy son muchas las familias que dependen de algún acueducto de la parte alta de la montaña, y el acceso al agua se ha vuelto problemático en La Cuchilla, una de las veredas del corregimiento. Por un lado el aumento de la población, con un alto porcentaje que llega de Medellín a comprar y construir su casa-finca, y por el otro el hecho de que muchas personas extiendan el gasto del agua de un solo acueducto para el ganado, generan el uso desmedido de éste y se terminan viendo obligados a racionar el servicio en muchas ocasiones.

San Terra: hacia un campo sin campesinos

Aparte de la ganadería, la agricultura ocupa un papel importante en San Pedro de los Milagros, pero la mayoría de los grandes productores agrícolas son personas foráneas que invierten en él y cultivan áreas mayores a 12 hectáreas. Un ejemplo de ello es San Terra, una empresa productora a gran escala de papa y zanahoria, que nace a finales de los 80 en el departamento de Boyacá, estableciendo cultivos en la hacienda San Esteban, la cual es propiedad de la familia Ochoa, una familia reconocida por su vinculación al narcotráfico con el Cartel de Medellín, y a quienes el Estado no expropia dicha finca ya que se comprometerían a generar empleo a las personas locales.

San Terra se despliega por diferentes zonas rurales del sector y recientemente en el corregimiento de Ovejas, territorio al que no había llegado una empresa a gran escala adscrita a la agroindustria, en un área que limita con el caserío. Allí la percepción de algunos pobladores frente a la llegada de dicha empresa deja ver la preocupación por la aspersión de agrotóxicos tan cerca de la escuela y la comunidad en general, y la claridad de que su presencia no significa empleo para sus miembros, dada su capacidad tecnológica y de mecanización.

Las consecuencias son evidentes: la ganadería y la agroindustria son prácticas que tienen antecedentes problemáticos frente a la agudización en el deterioro del suelo y de las fuentes hídricas; la contaminación del aire y su consecuente aumento de enfermedades en la población; la desaparición de bosques; la generación de conflictos sociales. Ahora preocupa qué impactos ambientales y sociales pueda llegar a generar el accionar de San Terra en el territorio de Ovejas, además teniendo en cuenta que las políticas en materia medioambiental no alcanzan a garantizar el adecuado proceder por parte de este tipo de proyectos económicos, según muestra una realidad marcada por crisis medioambientales. Una vez más son víctima los campesinos, quienes viendo televisión y escuchando radio no entienden por qué Venezuela es un problema y su situación no.

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