Semillas de paz en tiempos de guerra

 che Por Carmenza Gallan - Cooesdua

  El conflicto armado en Colombia ha significado muerte y dolor para personas inocentes en su mayoría, y los niños sufren especialmente las secuelas de la guerra. Los Acuerdos de Paz brindaron la oportunidad de pasar la página de guerra y mejorar la protección infantil, pero los ataques que sufre la implementación de los acuerdos ponen en riesgo una vez más el derecho a la paz de la infancia y de la población en general.

La Escuela Itinerante: Memoria, Resistencia y Reconciliación, es una iniciativa de organizaciones estudiantiles y sociales de la ciudad y del departamento de Antioquia para manifestar el respaldo al momento crítico que vive el proceso de paz. En su primer viaje a un Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación, fue testigo de la lucha que sostienen los compañeros del ETCR Jhon Bautista Peña en Anorí, por combatir las injusticias sociales: Semillas de Paz es la primera escuela de futbol que reúne ochenta niños y niñas rurales de diez veredas, poniendo un granito de arena en la construcción de paz con las comunidades.

Los niños han sido víctimas de bombardeos indiscriminados, de desplazamiento forzado, de reclutamiento por grupos armados ilegales, de minas antipersonal, han sido testigos de torturas a sus padres o del asesinato de sus vecinos, han visto quemar sus casas, o han terminado huérfanos por mencionar solo algunas situaciones ligadas al conflicto armado. La población infantil lidia con pérdidas causadas por la guerra que para los adultos no son tan significativas, como la pérdida de una mascota, de sus lugares de juego, de sus amiguitos, de sus maestros ¿figura ello en el inventario de daños a ser reparados? La niñez sufre un impacto desproporcional en su salud emocional.

Solo una muestra

Más de dos millones y medio de menores fueron desplazados entre 1985 y 2012. Hoy, el 99% de los niños, niñas y adolescentes incluidos en el Registro Único de Víctimas, son víctimas de desplazamiento forzado. En los últimos 20 años, Colombia presenta las cifras más elevadas de desplazamiento interno a nivel mundial.

En cuanto a minas antipersona y municiones sin explotar, 1.172 niños, niñas y adolescentes fueron víctimas entre 1990 y 2017.

Para el periodo de 2010 a 2015, 875.437 (18,36%) mujeres, adolescentes
y niñas fueron víctimas de algún tipo de violencia sexual en
los 142 municipios con presencia de fuerza pública, guerrilla, paramilitares o Bacrim. Las niñas presentan mayores vulneraciones.

Frente al terrible panorama, un acuerdo de paz entre el Gobierno y las FARC-EP abrió la oportunidad de poner fin a décadas de guerra, en la que la mayor cantidad de víctimas fatales eran personas civiles, y brindó la posibilidad de mejorar la protección infantil. Sin embargo, las ganas de hacer trizas el acuerdo de Paz no se hizo esperar. En detrimento de un proceso de reconciliación y acudiendo a la desinformación, se implantó el odio y la sociedad fue polarizada, quedando el terreno abonado para subir a un presidente que continuaría con la tarea ya empezada.

La campaña por el No en el plebiscito por la paz

La campaña del No echó mano, entre otras cosas, de un tema sensible para la sociedad: los niños. El contenido de la información que circuló por redes sociales construyó una preocupación por “salvar los niños de la guerra” y convenció a muchos a votar por el No en el plebiscito por la Paz. A parte de inventar que el enfoque de género del Acuerdo de Paz convertiría en homosexuales a los niños, se repitió hasta el cansancio Niños reclutados por la guerrilla. La sociedad fue inducida a odiar el proceso de paz.

Sí, entre 1960 y 2016, 16.879 menores de edad fueron reclutados y/o utilizados para la guerra. Pero dos cosas respecto al reclutamiento de menores:

Uno: que frente a la falacia de la campaña del No, de que las FARC-EP no entregarían los niños que formaban parte de la organización, según Naciones Unidas entre septiembre de 2016 y agosto de 2017 fueron entregados oficialmente de las filas135 niños, niñas y adolescentes, y en 2017 no se documentó ningún caso nuevo de reclutamiento, dando cumplimiento a lo dispuesto en el acuerdo de paz. Sin embargo, hay niñas, niños y adolescentes que han sido entregados oficiosamente y no reciben apoyo institucional.

Dos: que hablar únicamente de reclutamiento forzado invisibiliza la vinculación voluntaria que, por razones de orden social y condiciones mismas del conflicto, motivó a muchos menores de edad a hacer parte de la organización: victimas de desplazamiento forzado, situación de orfandad por el asesinato de sus padres en manos del ejército o de paramilitares, sensación de amenaza por parte de grupos paramilitares o agentes estatales, tratos degradantes en sus espacios familiares, falta de espacios para el juego y la recreación, dificultades serias de acceso a una educación, o buenas relaciones interpersonales que encontraban con los combatientes son algunas de las razones por las que tomaban dicha decisión.

El actual gobierno, el riesgo para la paz y la JEP

El gobierno actual, que representa al CD en cabeza de Uribe y con Duque como presidente pero no como jefe de partido, se empecinó en objetar a la JEP y neutralizar el sistema integral de verdad. Así pretendían evitar que se investigara y juzgara a poderosos empresarios y dirigentes políticos que cometieron delitos no políticos y que patrocinaron el genocidio desatado en Colombia. El uribismo tildó de adoctrinamiento las iniciativas de construcción de paz en espacios educativos de regiones que han sufrido la guerra, como Montes de María, donde estudiantes y profesores mostraron apoyo a la JEP, y emprendieron campañas de desprestigio por varios lugares del departamento, con vallas publicitarias donde daban a entender que, si usted ciudadano apoya a las víctimas, entonces tiene que estar en contra de la JEP.

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Vallas contra la JEP en Antioquia. Tomado de: https://www.pulzo.com/nacion/vallas-centro-democratico-contra-jep-antioquia-generan-polemica-PP666855

El asesinato de líderes sociales

En lo que va de enero de 2016 y mayo de este año, han asesinado 702 líderes sociales y 135 excombatientes de las FARC. Y que no sean solo cifras: recordemos a Samuel David Gonzales Pushaina de siete meses de edad que fue asesinado cuando hombres dispararon indiscriminadamente a su casa, donde su padre, un excombatiente de las FARC, recibió dos impactos de bala y su madre también fue herida. La protección y seguridad en los territorios incluida en el Acuerdo de Paz no basta si no hay voluntad política para su implementación, y, a propósito de niños, para la muestra un botón: el año pasado el conflicto armado afecto en 213 ocasiones a los menores, un incremento respecto al 2017 que registró 166 eventos de afectaciones directas contra esta población.

El regreso de los asesinatos extrajudiciales

Con Nicacio Martínez, comandante del Ejército Nacional de Colombia designado por Iván Duque, podrían regresar o más bien aumentar el derramamiento de sangre inocente. Recordemos que a mediados de la década del 2000 sucedieron alrededor de 5.000 asesinatos extrajudiciales.

Los “baldados de sangre” se convierten de nuevo en una forma de medir resultados dentro de las operaciones militares. El ejército Nacional recibirá incentivos para aumentar la cantidad muertos en el desarrollo de dichas operaciones y a partir de ahí evaluarán el desempeño de los comandantes. Adicionalmente, se les permite hacer alianzas con grupos criminales armados. ¿Cómo no va a correr más sangre inocente si ni siquiera se exige perfección para realizar las operaciones que lanzarán con un 60%-70% de exactitud?

La doble moral

Es macabro que un discurso en pro de la niñez haya tenido como fin prolongar la guerra. Si existiera una preocupación real por los derechos de los menores, las condiciones de miseria, inequidad e injusticia en las que se encuentran habrían sido foco de atención hace rato. Algunas cifras hablan solas:

Solo entre el año 2012 y el 2016 murieron 1562 niños por desnutrición en todo el territorio colombiano, según un informe del DANE.

869.000 niños y adolescentes entre los 5 y los 17 años se encuentran trabajando.

El 83% de los niños rurales no va a la escuela, y de los pocos que van, el 80% no se gradúa de secundaria y solo el 1% llega a la universidad.

Semillas de Paz

La realidad es muy diciente y a pesar de que solo un tercio de los compromisos de los Acuerdos de Paz se cumplirán en el plazo estipulado, evidenciando ello la poca voluntad de parte del Estado, Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación como el Jhon Bautista Peña en Anorí, son símbolo de un verdadero proceso de paz, donde no cesa la lucha por la justicia social.

La Escuela Itinerante visitó el pasado 10 de mayo el ETCR de Anorí. Allí fue testigo de cómo se le juega limpio al proceso de paz: Semillas de Paz es la primera escuela de futbol de niños y niñas que promueve un ex miembro de las FARC-EP.

Robert, quién impulsa la escuela en compañía de un policía del lugar que le ofreció su ayuda, tiene claro que, como ex miembros en reincorporación, el trabajo social que se encuentran realizando le apuesta al proceso de paz. Por eso, reconociendo que los niños son el futuro del mañana, se reúne con ellos todos los sábados a trabajar en el desarrollo de sus capacidades para el deporte.

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Foto. Alianza de Medios Alternativos.

Reunidas las personas de diferentes veredas alrededor de la idea de una escuela de fútbol, todas estuvieron de acuerdo y la nombraron Semillas de Paz por tratarse de un paso más en la construcción de paz. Se proyectó para 20 niños entre los 5 y los 13 años, pero se inscribieron 80 de diez veredas, incluyendo dos del casco urbano.

Semillas de Paz la saca del estadio

La escuela de futbol no solo garantiza el derecho a la recreación tan importante para los niños, sino que es escenario de reflexión. En diálogos con los niños sobre la razón de ser de la escuela, Robert les dirige estas palabras: “estamos aquí porque las FARC pusimos el grano de arena y apostamos y creímos en el proceso de paz, porque sino estuviéramos en el monte …porque dijimos no más guerra, queremos la paz, la hemos planteado desde el año 1962. Que no a las armas, que no haya más derramamiento de sangre, que no hayan más niños huérfanos, que no hayan más madres sin hijos. Acá estamos porque yo ya no soy guerrillero, si yo fuera guerrillero acá no estuviera el compañero de la policía al lado mío, porque a nosotros siempre en la sociedad nos hicieron ver como enemigos y nosotros somos gente del común. Están acá porque nosotros le apostamos al proceso de paz. Porque nosotros queremos que ustedes sean el nuevo futuro de Colombia y porque nosotros queremos que ustedes salgan adelante. Por eso estamos acá”.

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Foto. Alianza de Medios Alternativos.

Institucionalmente no cuentan con mucho apoyo y ha sido compleja la consecución de los recursos para la escuela. Sin embargo, cuentan con el ánimo y la esperanza de los padres de familia, los niños y la comunidad en general.

Para algunos, los niños existen como discurso para sostener una agenda política dentro de la guerra, y nada genera más impunidad que la guerra. Afortunadamente, para otros los niños son sinónimo de futuro, y un futuro de paz.

 

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