¿Organización vs confinamiento?

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Por JEPrado/ Ilustración Valentina G, fotos de JEPrado

 

Cada día que pasa durante la cuarentena obligatoria incrementa nuestra perplejidad e incapacidad para asimilar los efectos del coronavirus sobre el accionar político de los movimientos sociales, aunque ya tenemos la certeza de que la sociedad esta confinada en la virtualidad y ésta será una tendencia en las dinámicas de relacionamiento para las próximas décadas. Si no estás online estas out, fuera; por ende los procesos organizativos como sujetos políticos, tendrán que continuar renovándose para subsistir y poder dar la pelea por las transformaciones sociales desde otros medios y bajo formas novedosas de la acción colectiva.

También han quedado expuestas en el paisaje de la emergencia social las características de los Estados Latinoamericanos modeladas durante más de 40 años de neoliberalismo: predominio del ejecutivo sobre las otras ramas del poder público, militarización de la vida social, sistemas de salud y educación precarios y desfinanciados, la renovación tecnológica de la hipnosis mediática, una inversión social asistencialista y focalizada para el más pobre dentro de los pobres, un endeudamiento público creciente con sus correspondientes reformas fiscales y una corrupción escandalosa de la que prácticamente no escapa ningún grupo político.

En el caso de Colombia, el gobierno del Centro Democrático intenta aprovechar las bondades publicitarias ofrecidas por los mass media para buscar, en medio de esta contingencia, un respiro a su cuestionada gestión. El velo informativo desplegado ante esta situación excepcional que estamos viviendo amenaza con rasgarse por hechos como la flaqueza del sistema hospitalario o el creciente desempleo que padecen millones de colombianos que viven del rebusque, la subcontratación o los empleos temporales, obligados en nuevas e inciertas circunstancias a inventar formas de sobrevivir en el día a día.

Además el escenario de guerra, en reconfiguración tras los acuerdos de paz continúa golpeando con violencias de todo tipo los territorios de nuestra geografía. Según la ONU, en más 50 días de cuarentena han sido silenciados 33 líderes sociales en Colombia. De los que aparecieron recientemente chuzados: ¿Cuántos no corren este mismo riesgo? La política del miedo la vivimos en la virtualidad y la realidad; pasando horas y horas delante del ordenador creemos no correr riesgo de contagio, hasta podemos empezar a olvidar que las bala asesinas continuaran sembrando terror sino tenemos la fuerza para enfrentarlas.

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Planteamos lo anterior para abordar uno de los aspectos en las relaciones de poder que avanza justificado en las medidas de emergencia asociadas al confinamiento: el disciplinamiento social, la contención de la inconformidad que venía preguntándose por las posibilidades de expresión colectiva que posibilitaron las jornadas del 21N o, como preferimos llamarlas, el cacerolazo nacional. El cacerolazo cuestionó, sin superarlo aún, el repetitivo accionar del movimiento social dedicado a realizar marchas tipo procesión, donde la protesta social, confinada y congelada por las burocracias sindicales y estatales, ha sido sustraída de su potencial emancipador y beligerante.

 

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Ahora bien, con "la posibilidad de crear ‘redes sociales’ a través de internet no aparecen ni la fábrica que socializa al trabajador, ni los bancos que socializan al neo trabajador sometido a deudas, ni la escuela que socializa al estudiantado, ni el campo que socializa al campesinado ni los parques que socializan al desempleado, e incluso ni los clubs donde socializan las diferentes fracciones de la burguesía; tampoco las consiguientes organizaciones políticas, gremiales a ellos correspondientes. La cortina de las llamadas redes sociales desvanece las fracciones del espacio donde socializan los mencionados agentes de la producción e imponen la distorsión de la socialización: esta estaría en la interconexión de individuos mediante ordenadores" (Navia, 2014).

El despliegue de este dispositivo “socializador” ha hecho que la creación de contenidos digitales sea el único medio para informarnos -¿y resistir?- sobre los determinantes de la crisis socio-ambiental que vive la humanidad, aún no sabemos cuáles son sus impactos reales en la correlación de fuerzas, más aun cuando en el mundo virtual la sobre producción informativa hace que la mayoría de mensajes y reflexiones sean efímeros, perdiéndose en el mar de bits que circulan por los ordenadores del mundo, los cuales también sabemos están supervigilados por las centrales de inteligencia angloamericanas. ¿Es este el momento de realizar una tarea pendiente desde hace varios años? Transitar hacia formas de comunicación virtual más seguras que nos permitan esquivar al minucioso y enfermizo control estatal posibilitado por la revolución tecnológica.

Teniendo en cuenta lo anterior, en tiempos donde abundan los foros, seminarios, charlas, conferencias virtuales etc., puede ser interesante entablar un diálogo serio para replantear nuestros repertorios de movilización. Que hoy no podamos encontrarnos físicamente no debe impedir que proyectemos cómo enriquecer nuestros futuros encuentros callejeros.

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Un pregunta puede iniciar esta conversación: ¿debemos esperar hasta el final de la cuarentena para motivar la acción colectiva? Con este interrogante, insistimos, no estamos convocando a salir en masa a la calle, pero sí activar la movilización.

Es una oportunidad para fortalecer las expresiones locales: que las casas, cuadras, sectores y barrios sean espacios para la protesta y propuestas; que desde allí se vaya tejiendo la fuerza social y comunitaria que posibilite superar de la mejor manera la complicada situación social al tiempo que intentamos airear con nuevas voces y planteamientos nuestras organizaciones de base.

El primer muro que debe hablar es la fachada de cada hogar. Seguir en la cuadra y tomase el barrio mediante acciones simbólicas y creativas que respeten el distanciamiento pero logren sacudir la ciudad. Recuperar mediante el convite vecinal las zonas verdes de la ciudad para sembrar y contribuir al equilibrio del medio ambiente. Hoy es clave preguntarnos por el espacio tierra: subsuelo, atmósfera, estratosfera… en síntesis por nuestra apropiación destructiva de los elementos del universo.

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El porvenir no es alentador por donde se le mire. Nuestra debilidad organizativa aun no aporta luces suficientes para salir de la oscura noche; pero sino trabajamos desde ya en la elaboración de propuestas, mensajes y acciones que pongan en el centro del debate político nuestro devenir como sociedad quizás salgamos de la emergencia más distanciados de lo que, quienes detentan el poder, se proponían.

 

Referencias Bibliográficas

 

NAVIA, Lisandro. “Gloria y Desolación”. En revista Kabái No. 20, 2014. Págs. 58-77.